5 libros de primavera que te harán florecer

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Libros de primavera
Novelas con lo bonito de la primavera, pero sin lo malo de las alergias.

Con el cambio de estación, a mi estantería también ha llegado la nueva temporada: unos cuantos libros de primavera.

Podría ser primavera porque lo dice El Corte Inglés, pero no, es porque se siente en el ambiente.

Tampoco es primavera porque tu nariz luce como la de Mr. Potato ni porque te lloran los ojos más de lo que nunca lloró Dawson, de Dawson crece. Es porque sientes que despiertas de un letargo invernal y da más gustito salir a la calle.

Si ese bienestar primaveral no te ocurre a ti, lo siento. Te abrazo desde la lejanía con este artículo.

De hecho, esta entrada la he escrito para ti, para que vivas ese lado más bonito de la primavera, el más floral, el más brillante.

Aquí dejo recomendadas cinco novelas para disfrutar de la primavera y las flores sin riesgo a las alergias.

¿Qué son para mí los libros de primavera?

Los libros de primavera son esas lecturas que van acorde con la estación.

Igual que para Navidad suelo hincharme a novelas sobre esa época en las que me encanta encontrarme con nevadas por sorpresa, pueblos encantadores que acogen a mujeres recién llegadas de una gran ciudad poseedoras de una vida vacía y milagros mágicos de Santa Claus, durante la primavera me gusta leer sobre floristerías y sobre florecer.

Algunos de ellos todavía no los he leído, pero están en mi lista de pendientes y no tardarán en caer. Ya sabes, es primavera y empezaré a llevármelos puestos a todas partes, por si refresca.

No todos están catalogados como novela romántica, y aunque no tengo pruebas, tampoco tengo dudas de que los voy a disfrutar mucho.

Los libros de primavera que propongo

Herbarium. Las flores de Gideon, de Anna Casanovas

Novela ganadora del II Premio Titania.

Un oscuro secreto familiar hizo que Sarah se marchara de Oxford a los dieciocho años. En su huida a Brasil dejó atrás una vida. Pero cinco años después, tras la muerte de su padre, se ve obligada a regresar. Quiere ver a su abuela Sylvia, la mujer que la crio de niña y que ahora sufre Alzheimer.

Sarah cree que estará solo unos días, pero cuando va a la Universidad donde su padre era profesor de química descubre que él se ha pasado los últimos años estudiando a Jane Eyre y buscando los dibujos de unas misteriosas flores, las flores de Gideon.

¿Quién es Gideon? ¿Qué significan esas ilustraciones? ¿Qué tiene que ver Jane Eyre en todo esto? Aunque su abuela parece conocer las repuestas, no puede ayudarla.

Lo más paradójico es que el único que puede hacerlo es Liam Soto, profesor estrella de la Universidad de Oxford, el mayor experto en Jane Eyre de Inglaterra y él ni quiere ni puede estar cerca de Sarah.

A través de las flores de Gideon, Sarah descubrirá el pasado de su abuela y una gran historia de amor que tal vez la ayude a recuperar su vida y le dé las fuerzas necesarias para desenterrar lo que de verdad se esconde en su corazón.

Cuando en mi reflejo sea primavera, de Sara F. Fernández

¿Qué te devuelve el espejo cuándo te miras?

Desde hace años, a mí solo me devuelve inviernos. Supongo que mi infancia me marcó demasiado y me convirtió en una mujer insegura que no tiene ni idea de qué hacer con su vida.

Me siento más perdida que nunca, aunque desde fuera pueda parecer que todo empieza a mejorar.

Me he mudado hace poco a un piso en el centro y me he abierto un perfil en Tinder. Además, he conocido a Luca, un chico italiano que trabaja en una cafetería al lado de mi casa, y que se ha convertido en un buen amigo.

Aunque quizá él no opine lo mismo. Y yo… bueno, prefiero no pensarlo demasiado, dejémoslo en amistad.

Pero por mucho que todo cambie a mi alrededor, ¿cómo va a hacerlo en realidad si no cambio yo antes? ¿Cómo atreverme a querer si no me quiero yo primero?

¿Me acompañas en mi camino?

Flores para Julia, de Andrea Longarela

Oliver cree que su vida es perfecta. Se ha esforzado demasiado por conseguirlo.

Sin embargo, recién cumplidos los treinta y cuatro, siente que su mundo se tambalea y no sabe cómo recobrar el equilibrio.

Las cosas en el trabajo no van bien, su matrimonio hace aguas y, por mucho que busque cuando abre los ojos por las mañanas, no encuentra ningún motivo de peso para levantarse de la cama.

Por eso sus amigos piensan que se merece unas vacaciones. Y su familia. Y, lo que es peor, su jefe. Sin saber cómo, acaba bajo el techo de un lugar muy especial escondido entre montañas, rodeado por un jardín de cuento y compartiendo espacio y silencios con Julia.

Julia, tan distinta a él y que no entiende por qué no puede dejar de mirarla.

Pero al final todo cobra sentido, porque, a pesar de que Oliver aún no lo sabe, en ocasiones todo lo que necesitamos es perdernos para encontrarnos.

Mujeres que compran flores, de Vanessa Montfort

En un pequeño y céntrico barrio de la ciudad hay cinco mujeres que compran flores. Al principio ninguna lo hace para sí misma: una las compra para su amor secreto, otra para su despacho, la tercera para pintarlas, otra para sus clientas, la última… para un muerto. La última soy yo y ésta es mi historia.

Después de la pérdida de su pareja, Marina se da cuenta de que está totalmente perdida: había ocupado el asiento del copiloto durante demasiado tiempo. Buscando empezar de cero acepta un trabajo provisional en una curiosa floristería llamada El Jardín del Ángel. Allí conocerá a otras mujeres muy diferentes entre sí, pero que, como ella, se encuentran en una encrucijada vital con respecto a su trabajo, sus amantes, sus deseos o su familia. De la relación entre ellas y Olivia, la excéntrica y sabia dueña del local, surgirá una estrecha amistad de la que dependerá el nuevo rumbo que tomarán sus vidas.

Las mujeres que compran flores son:

Marina
Sufre el síndrome del copiloto: siempre ha dependido de que su pareja le marque el rumbo de su vida. Su flor es la violeta , que simboliza la humildad y la timidez, pero también la confianza en sí misma que debe ganarse.

Casandra
Padece el síndrome de la superwoman: antes que depender de nadie se aplicaría la eutanasia activa. Prioriza su éxito profesional sobre su vida personal, en el caso de tenerla. Su flor es la orquídea azul, símbolo del relax que le falta.

Gala
Representa el síndrome de Galatea: cree firmemente que la mujer tiene hoy todos los derechos. Todos salvo el de envejecer. Su flor es el lirio blanco, símbolo de una coquetería que no se marchita hasta morir.

Aurora
Encarna el síndrome de la bella sufriente: confunde el amor con la obsesión. Es decir, cuanto más dolor más enamorada se siente. Su flor es la caléndula, la flor de la pena. Pero también es símbolo de la crueldad que no se atreve a devolver, ni siquiera en pequeñas dosis, para defenderse.

Victoria
Una de esas mujeres que han decidido poder con todo -la mejor madre, la mejor trabajadora, la mejor hija-, o dicho de otro modo, las que tienen el síndrome de la omnipotente. Su flor es la del membrillo, la flor de la tentación. La tentación de romper con todo y liberarse.

No me dejes, de Màxim Huerta

«Al señor Dominique Brulé le gusta llegar de noche a su floristería. Siempre cierra los ojos antes de encender las luces y les da un tiempo a sus plantas para que se coloquen porque imagina que han estado toda la noche mezclándose unas con otras. Nunca las pilla en movimiento, un día sucederá. Cuando inauguró la tienda pensó encerrarse y dejarse morir, pero al ver que las tímidas siemprevivas sobrevivían sin agua después de semanas sin atención alguna, se dio cuenta de que él también podría vivir sin su amor».

L’Étoile Manquante, la floristería del señor Dominique, es el lugar preferido de Mercedes y Tilde, dos españolas que llevan más de cuarenta años trabajando en Francia. Las dos creen que están solas, porque a Mercedes la abandonó su marido nada más cruzar la frontera y Tilde no fue capaz de encontrar a quien la quisiera. 

Un buen día, se instala en sus vidas un huracán encarnado en la joven Violeta, que llega de Madrid huyendo de un amor que se empeña en perseguirla.

¿Tú también tienes una lista de libros de primavera?

Pues podrías compartirla conmigo, porque la verdad es que, a pesar de ser una estación tan dada a que la gente se enamore, me he encontrado con pocas historias encuadradas expresamente en esa época del año.

Espero que te animes con alguna de ellas, así podemos luego cotillear sobre lo bien que escriben las demás.

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