
Aprender a tolerar la frustración es como todo en esta vida, hay que echar músculo para ello. Músculo mental, ya me entiendes.
Si buscas la palabra «frustración» en la RAE verás que su significado es el de sentimiento de fracaso o decepción.
O sea, hablando en plata: tenías unas expectativas que no se ven cumplidas y eso te cabrea como una mona.
He oído en innumerables ocasiones la frase esa de «cuando tienes a tu bebé en los brazos no recuerdas los dolores del parto». En mi caso no sufrí ni una contracción, pero fue un embarazo y un parto tan complicados que recuerdo toooodo lo que fue mal, incluso teniendo a mi polluela en brazos.
No es que sea rencorosa, hoy soy una madre orgullosísima de mi hija, pero por Zeus, ¡qué mal lo pasé durante el proceso!
Escribir una novela es maravilloso, si te gusta escribir, claro. No hay nada más gratificante para mí que tener una historia terminada en las manos y que encima te guste.
Pero puede llegar a ser tan frustrante o más que parir a un bebé.
Me pasó con mi primera novela, por eso estuve a punto de abandonar tres o cuatro veces antes de publicarla.
Tolerar la frustración siendo escritora
Es lo mejor que te puede suceder. Tanto si vas por editorial como si lo haces como autopublicada (yo te diría que, sobre todo, en este último caso).
Hay que tener en cuenta que, si eres autopublicada, la gestión y coordinación de todas las fases por las que pasa un libro corren de tu cuenta, económica y mentalmente.
Debes encontrar profesionales con los que trabajar, que te salgan bien (que a veces no es el caso), que cumplan con los plazos (que a veces no es el caso), que no les dé el jari de «no me acompañan las musas» (que a veces es el caso) y no morir en el intento.
Pues bien, a veces mueres en él.
Y te dan ganas de dejarlo todo, porque al final llegas incluso a culparte a ti misma y te dices frases tan feas como «debo ser yo, que no tengo ni idea de nada». No eres tú, ni soy yo: es la vida la que es así, complicadita.
¿Y crees que si te metes en una editorial, es mucho mejor? No, mi amiga. Porque si en autopublicación eres todos los departamentos y debes hacerlos funcionar con un solo cerebro, cuando vas por editorial, eres el último mono.
Vives en la inopia: no sabes lo que vendes, no te dan fechas, ni te comunican por qué edición va tu libro. O sea, que es un «frustración vs. incertidumbre». Lo suyo es que elijas lo que mejor se te dé tolerar.
Así que si eres de las que se van a meter por primera vez en esta aventura de publicar un libro aquí te dejo mis recomendaciones.
Conseguirás tolerar la frustración gracias a los demás
Te lo prometo.
Yo soy un claro ejemplo de persona con muy baja tolerancia a la frustración. Me desespera todo. Y si se me ocurre algo interesante que no depende de mí, quiero que me atiendan ya y lo tengan hecho para ayer.
Sí, lo que se llama una persona agonías, una ansias. Una pelmaza, vamos. En mi defensa diré que yo también trabajo así. Me cuesta mucho dejar un correo sin contestar, un libro sin enviar o un trabajo sin hacer.
Si tú también eres de esta forma te digo que no tienes que hacer nada en concreto para mejorar, los demás te curarán, te lo aseguro.
Cuando necesites que la maquetadora te cambie algo y te diga que se va de vacaciones y que no vuelve hasta dentro de tres semanas, aprenderás qué es la paciencia. Cuando la correctora te comente que no te ha contestado un correo que le enviaste hace dos semanas porque creía haberlo hecho ya, sanarás. Cuando los de la imprenta te comunique que el libro no lo tendrás hasta dentro de mes y medio porque no hay papel, evolucionarás a una mejor versión de ti misma.
Te lo juro, sucede.
Bueno, antes de esa mejor versión de ti misma, aparece la versión demonio de Tazmania, en la que quieres destruir el mundo. Pero no dura mucho tiempo, palabrita.
Este tipo de situaciones te ayudan a tomarte la vida de otra manera. Si la maquetadora se marcha, ¿qué le vas a hacer? Esperar y aguantarte. Asumes que no lo puedes controlar todo en esta vida y entonces sucede la magia: por fin entiendes que no todo depende de ti y no todo es culpa tuya.
Algunas ideas que te pueden ayudar
- Como ya he comentado, abraza la idea de que otras personas no se van a tomar tu proyecto como tú. Te vas a encontrar con profesionales que tienen otro ritmo (a veces bananero), otros proyectos que atender u horarios muy complicados que no les va a permitir atenderte en cero coma.
- Recuerda que la frustración la sientes porque intentas hacer algo que no sale como esperas. Es decir, celebra que estás haciendo algo por ti, por lograr un sueño. Es una especie de «jodida, pero contenta» que a mí me funciona (momentos musicales patrocinados por mí misma).
- Piensa que no es para siempre. Porque si trabajar con un profesional te crea una frustración enorme, te plantearás no volver a contratar sus servicios. Eso te dará el empuje que necesitas para ir en busca del perfil de persona con la que de verdad vas a trabajar a gusto.
- Es un aprendizaje, y como tal, tiene su curva. Si la primera vez te salen siete cosas mal, para la siguiente publicación solo serán tres.
- Y no intentes ser la mujer de los siete brazos, ¿vale? Aprende a delegar. Algunas personas estamos capacitadas para echarte una mano, y no precisamente al cuello. Confía en tu instinto.
En este artículo me apetecía hablarte sobre cómo tolerar la frustración, pero el mensaje real es el siguiente: es duro, pero no abandones.
Porque más que complicado, es gratificante. Más que un dolor de cabeza, es una satisfacción. Más que problemas, son logros.
Puedes dejarme en comentarios cuál es la frustración máxima a la que te enfrentas tú en cada publicación. Compartida, la angustia, es menos angustia.
2 comentarios en «Tolerar la frustración: un superpoder para las escritoras»
Con humor se lleva mejor, me ha encantado el artículo y es tannn cierto… Yo reconozco que lo que más me frustraba era la espera, esa incertidumbre hasta que sonaba la bandeja de entrada con un nuevo mensaje que contenía noticias frescas (ya fueran de corrección, maquetación y demás). Por eso, los fines de semana se me hacían eternos.
Jajaja, al revés de todo el mundo, ¿no? Era llegar el viernes y te cogía depre porque empezaba el fin de semana. Así es, hasta ese punto nos trastoca la cabeza. Ánimos, que no estás sola.