Vampiros en la novela romántica

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A las románticas nos gustan los colmillos de los vampiros de ahora, claro.

Los vampiros no siempre fueron representados como lo son a día de hoy: seres atractivos, seductores y con un halo de tormento envolviendo un cuerpo divino para que las personas mortales sientan que pueden conectar con esa parte más vulnerable.

En la novela romántica, como en casi todos los aspectos de esta vida, hay modas. Hasta hace poco tuvimos el oleaje de los highlanders. Las personas que no se dedican al mundo de la literatura no son conscientes de este fenómeno porque no están en contacto directo con las autoras de romántica y sus obras, pero quienes sí nos movemos en este mundillo, lo vivimos y, en ocasiones, lo sufrimos.

Antes de los highlanders tuvimos a los jefes azotatraseros y así, estereotipo tras estereotipo, saltamos de subgénero en subgénero. De repente vemos una temática por todas partes, todas las novelas que se publican son sobre lo mismo y los vampiros no son menos, también tuvieron su momentazo.

¿Por qué dedicar un artículo en mi blog a este subgénero si no he escrito nada semejante (y sospecho que nunca lo haré)? Porque me encantan. Y no conozco lectora de romántica de mi quinta que no haya disfrutado de alguna propuesta literaria vampírica.

Pero como he dicho al inicio, los vampiros literarios han evolucionado desde su primera aparición en la literatura hasta ahora. Vamos a dar un pequeño repaso a la historia de estos chupasangre.

Vampiros: del folclore a la literatura

Los inicios de los vampiros en el folclore fueron duros. Solían describirse como bestias repulsivas de rasgos horripilantes. Teniendo en cuenta que son cadáveres no muertos, el aspecto debía ser grotesco, por sentido común.

Pero a partir del siglo XIX, la figura del vampiro se humaniza y pasa a ser una criatura que suele gozar de un buen estatus social, misterioso y sexualmente atractivo para todos los géneros. Mantienen algunas características del folclore como una dieta solo basada en sangre, sin necesidad de otro tipo de alimentos y que no precisan respirar, pero salvo esos pequeños detalles, adquieren una humanización brutal. Pasan de ser criaturas de la noche que acechan a sus víctimas en la oscuridad a ser personajes sociables con comportamientos tan humanos que les permiten convivir entre los mortales sin ser descubiertos.

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Está claro cuál de los dos preferimos que nos muerda, ¿no?

Los vampiros románticos: una nueva era

La culpa de que hoy nos pirremos por los vampiros sexis y atormentados la tiene John William Polidori, que fue médico, biógrafo y secretario de Lord Byron. No sé a cuánto ascendería la nómina de dicho caballero, pero el chaval le dedicaba el día entero al poeta, está claro.

La historia cuenta que Byron, una noche del verano de 1816, durante una reunión con amigos, retó a todos los presentes a escribir una historia de fantasmas. Ahora viene lo bueno. Los allí presentes eran nada menos que Percy B. Shelley, Mary Shelley y Polidori, entre otros. Este desafió convirtió a Byron de forma inesperada en el autor apócrifo de la primera historia de vampiros de la literatura europea. El poeta inició una historia que dejó inacabada sobre un vampiro aristócrata, texto que retomó Polidori y lo completó creando la primera obra europea sobre estas criaturas, El Vampiro (1819). En esta historia. la vida decadente de Byron se convierte en la figura no muerta de Lord Ruthven, que muestra los rasgos del vampiro romántico que ha llegado a nuestros días: un atractivo y poderoso ser de astucia y encantos malignos, de tez pálida y de carácter transgresor.

Lo más asombroso de todo es que en esa reunión, se fraguó la idea de idea de Frankenstein, obra que haría famosa a Mary Shelley.

Un paseo por la literatura vampírica de mi vida

Este amor mío por los vampiros ya viene de lejos.

La idea de que existan seres con superpoderes y capacidades fantásticas es algo que ha movido al ser humano entre el miedo y la fascinación. Supongo que, como especie dominante, nos disgusta saber que puede haber un ser por encima que nos recuerde la fragilidad de nuestro pulso.

De niña ya tenía claro que eso de tener poderes sería algo maravilloso. Mi primer contacto con la literatura vampírica fue con…

El pequeño vampiro (1979), de Angela Sommer-Bodenburg

Es una saga donde se narra la vida y aventuras de un niño humano aficionado a las historias de terror tras conocer a una vampiro, también en edad infantil.

Es una serie de más de 20 libros donde ambos amigos viven una experiencia nueva en cada entrega.

Durante los cuentos, el vampiro cambia de casa, conoce el amor, encuentran un ataúd misterioso y así, hasta más de 20 aventuras.

Este personaje ha sido llevado al formato audiovisual en series y películas que no he tenido el placer de ver.

Drácula, de Bram Stoker

Lo confieso, antes de ser muy romántica pasé por una adolescencia muy punky. Con punky quiero decir adicta al gore. Desconozco por qué ahora mismo soy incapaz de ver una película de miedo sola o acompañada mientras que durante la adolescencia las veía de tres en tres y sin un alma que me acompañara. Supongo que todos tenemos versiones anteriores de nosotros mismos.

La Bea 1.6 era muy fan de novelas como Crucifax, de Ray Garton, una historia de dudosa calidad literaria, pero tan gore, tan asquerosa, que me tenía fascinada. No recuerdo cuántas veces la leí, pero fueron muchas y encima la recomendaba a todo bicho viviente. En esa época fue cuando leí Drácula.

Esta novela fue mi primer contacto con el vampiro adulto.

Es curioso lo que almacena nuestro cerebro cuando leemos. No recuerdo demasiado la novela, pero sí lo hago de la película. Sin embargo, me viene a la memoria que me gustaba cómo sonaba el nombre de los Cárpatos y que viví mucho la descripción del paisaje que hace el señor Stoker del viaje de Jonathan Harker, el prota, en un carruaje de camino al castillo de Drácula.

Y sobre todo recuerdo que era un libro de tapa dura y cómo era el tacto de sus páginas, rugosas. Tengo pocos recuerdos sensoriales con otros libros y, en cambio, con este en concreto es como si lo tuviera en las manos ahora mismo.

Con esta obra se establecen los rasgos vampíricos tradicionales: Drácula puede cambiar de forma a voluntad, convertirse en un murciélago, un lobo, o en polvo y niebla si lo prefiere; y tiene la habilidad de subir por paredes como la mejor lagartija del lugar. Una de mis escenas favoritas de la película es cuando el conde repta por el muro de su castillo. Probablemente los efectos especiales a día de hoy se perciban terribles, pero en su día, me gustó la escena.

Carmilla, de Sheridan Le Fanu

Tras Drácula, empecé a leer algunos clásicos de temática vampírica. En mi camino entre tinieblas encontré Carmilla la primera novela que leí sobre una vampiresa. Hasta ahora todo habían sido criaturas masculinas sedientas de sangre femenina.

Es curioso que Le Fanu fue un escritor irlandés, igual que Polidori, de ahí que se tenga la creencia de que Carmilla está inspirada en El Vampiro de este último.

En Carmilla se habla de una figura vampírica femenina, sin embargo, como los seres de su misma especie masculinos, también se sacia de sangre de damiselas.

Laura, la protagonista de la historia, vive con su padre en un antiguo castillo. A menudo, recuerda cuando era una niña y estaba dormida en los brazos de una joven y se despertaba al sentir dos agujas en su pecho.

Su vida da un giro cuando, delante del castillo donde vive, el carruaje de una dama sufre un accidente, y su hija, que también viajaba en él, queda inconsciente. Como la dama no podía perder tiempo y debía seguir su viaje (¿quién quiere enemigos con madres así?), la joven es recibida en el castillo Hollis hasta que su madre vuelva a buscarla.

Laura y la joven, Carmilla, traban amistad a pesar de que la nueva inquilina muestra rarezas en su comportamiento: se despierta después de mediodía y se encierra en su cuarto sin dar señales de estar en él. (Tras esta descripción cualquier adolescente podría ser considerado un vampiro).

La historia cuenta con el erotismo habitual que acompaña a la figura vampírica, pero en esta ocasión es de carácter lésbico.

Saga Crepúsculo, de Stephenie Meyer

Para cuando me pilló la ola de tendencia vampírica adolescente, yo no estaba puesta en el género. Nunca había oído hablar de la saga Crepúsculo y tampoco es que tuviera una preferencia irracional por este subgénero. Pongamos que ya era la Bea 2.5. Solo recuerdo que esta historia llegó a mi vida porque me topé con el tráiler de la película y pensé que podía estar bien.

La vi, por supuesto. Por aquel entonces yo era una mujer con un trabajo que no me gustaba, sin pretensiones, sin hija… Mi única preocupación era llegar a casa y ver algo interesante que me obligara a salir de una vida tan normal que dolía. La cuestión es que no sé por qué motivo me pareció una peli extraña. Quizás por la cara constante de asco de los protas. Pero lo he dicho en muchas ocasiones, a las románticas nos encantan las cosas bonitas. Y puedes discrepar lo que quieras, pero la historia en sí es bonita. Y Robert Pattinson brillando al sol, también.

Así que, cuando me enteré de que esa película estaba basada en una novela bestseller me dije: «Go, girl, go!». Así caí en la trampa: me aficioné a los nuevos vampiros adolescentes.

Vale, menudo cachondeo con los vampiros que brillan al sol. Que si parecen una bola de discoteca, que si son figuritas de Swarovski… Lo compro todo. Ji ji, ja ja. Me parto y me mondo. Pero soy como las urracas, todo lo que brilla me llama la atención.

Me pareció maravillosa, me obsesioné con la historia, con las pelis, con Robert, no tanto con Kristen y sí mucho con su banda sonora.

También confieso que el tercer libro y el cuarto de la saga no eran necesarios. Y mucho menos el quinto, Sol de medianoche, que es la historia del primer libro de la saga, pero esta vez narrado por Edward. En fin…

Saga Sookie Stackhouse, de Charlaine Harris

Tras Crepúsculo se desata mi pasión por los vampiros. De repente todas las series y novelas que llegan a ser número 1 en sus rankings son de la misma temática, aunque cada una con sus peculiaridades.

En la saga de Stephenie Meyer los vampiros y los lobos son enemigos vitales y se odian a muerte, pero tienen una cosa en común: esconden su condición sobrenatural a los humanos. Y en principio no existen más criaturas mágicas.

En cambio, me topo con la saga Sookie Stackhouse que me habla de un lugar ficticio en nuestro planeta con un nombre muy bonito, Bon Temps, donde los vampiros se han mostrado al mundo y conviven con humanos, hadas, brujas, hombres lobo, ménades… Menudo cóctel.

Sinopsis: No es fácil ser una camarera sexi con poderes telepáticos y enterarse de los terribles secretos que todo el mundo esconde.

Tal vez por eso Sookie Stackhouse termina enamorándose de Bill Compton, cuya mente no puede leer.

Sookie suspira de felicidad por haber encontrado a su media naranja, y no le importa que sea un vampiro de mala reputación. Hasta que una compañera suya es asesinada y se da cuenta de que su vida corre peligro.

Los libros están bien, pero tampoco son una locura si los comparamos con la serie que emitió HBO llamada True Blood basada en ellos, y que nos hizo el favor a muchas de presentarnos a Alexander Skarsgård como el Eric Northman de la saga. Un personaje que, bajo mi punto de vista, nunca fue mejor que cuando perdió su memoria en la cuarta temporada (guiño a las fans de la serie: si lo eres, sabes de qué hablo).

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El tiparraco en cuestión. De nada.

Crónicas vampíricas, de L. J. Smith

Enseguida que terminé la saga Sookie Stackhouse, me pasé a la lectura de Crónicas vampíricas, de L. J. Smith, puesto que la serie también la emitieron prácticamente a la vez que la de True Blood.

Como en la saga anterior, la serie es mucho más memorable que los libros. ¿Por qué? Porque en ambas series tomaron lo mejor de las novelas y lo que no les gustó lo mejoraron.

En el caso de Crónicas vampíricas todavía es más épica la diferencia entre novelas y serie. La obra audiovisual era un festival de personajes que se sacaban de la manga para desarrollar una trama que daría de sí años y años de capítulos semanales. En la serie hicieron caso omiso a las descripciones físicas y psicológicas de los personajes y crearon una versión propia mucho más atractiva y completa.

Dio tanto de sí, que han sido capaces de sacar dos spin offs tras la aparición en la trama del vampiro original Klaus Michaelson. Gustó tanto, que decidieron crear su propia serie. Una locura para quienes amábamos esas historias.

Para mí no es la mejor lectura, pero sí la mejor puesta en escena. La serie no tiene desperdicio, cuando parecía que no podían seguir con la trama porque los temas se agotaban, abrían un nuevo camino por explorar.

Además, nos permitió conocer a actores como Ian Somerhalder y Joseph Morgan. Ni tan mal.

Sinopsis: Stefan Salvatore, el nuevo alumno de Fell’s Church, arrastra con él un misterioso pasado y también a alguien que sólo desea venganza, su hermano Damon: su odio excede las barreras del tiempo. Ahora tratan de reproducir un mortífero triángulo amoroso que tiene en su centro a Elena, la chica más popular del instituto.

Conclusión: los vampiros molan

La figura del vampiro romántico y gótico mola. El otro, el que parece un lemur despeluchado no, pero qué maravilloso es el estereotipo en el que ha desembocado aquel prototipo del folclore.

Así que, desde este humilde blog le doy las gracias a Polidori el día de su cumpleaños por recoger la idea de Byron y crear al primer vampiro exitoso, guapo y peligroso que nos ha dado tantas alegrías a las lectoras de mi generación y de muchas otras, que estoy segura que esta moda, como todas, volverá.

Déjame un comentario si tú también has sido fan de póster de los vampiros de los que te he hablado.

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2 comentarios en «Vampiros en la novela romántica»

  1. Ohhhhh! Levanto el dedito para decir muchas cosas:

    ☝️ Yo también fui una Cora 1.6, me leí todo King, todo Poe, todo Lovecraft y me veía las pelis (lo muy gore no, gracias) mil veces. Las mismas que ahora no puedo ver ni que me paguen 🤣 (aunque sí puedo leer los libros).

    ☝️ Largué la carcajada con lo de Crepúsculo 🤣 yo estaba igual, me los devoré en un fin de semana. Y vi las pelis de corrido en 2020 y me cayó más bien Bella que Cullen, tiene más ovarios que él 🤷🏻‍♀️

    ☝️Gracias por el collage de Eric-me-muero-muerta-pero-antes-mordeme-y-llamame-Sookie 🔥 Hace mucho que quiero volver a ver esa serie, ahora más. Cuarta temporada ❤️ ay 🔥

    ☝️ No puedo creer que no hayas leído y amado a Lestat!!!! 😱 Es el mejor de todos (sacando a Eric). Bueno, no es “romántico” pero es rocker y para mí es el padre de todos los Eric del mundo. Hasta me gusta Tom Cruise más que Brad Pitt haciendo de vampiro sexy porque es hdp y transgresor y con eso digo mucho 🙊 Tenés que ver o leer a Lestat 🔥🔥🔥 y si no, preguntale a Helen que es de las mías con esto 🤣

    ☝️Amé el artículo ❤️

    ☝️ Eso es todo 😅

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    • Amor de mis amores, por supuesto que he leído Entrevista con el vampiro y he visto la peli, pero se me olvidó añadirla al artículo. Mi vida es un caos 🤣 Gracias por recordármelo, ampliaré este artículo de opinión.

      Mil gracias por la aportación, es maravilloso leerte siempre, sea donde sea 😍

      Responder

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